¿Cuándo morirá el Sol?
Para determinar la evolución y el plazo de vida de los las estrellas se debe precisar su contenido en metales; y como cualquier estrella, el Sol está compuesto de átomos de hidrógeno principalmente, fusionándose de dos en dos para acabar produciendo helio -4 y liberar tras ello una inmensa energía.
Sunny Vagnozzi, físico de la Universidad de Estocolmo se ha encargado de estudiar la metalicidad del Sol, explica que “basta con una pequeña cantidad de metales para alterar el comportamiento de una estrella por completo”, por lo que mientras más metálica sea una estrella, más opaca será, debido a que los metales absorben radiación, y su opacidad está relacionado con su tamaño, brillo, temperatura, plazo de vida y otras prioridades, por ello, la metalicidad indica cuándo morirá la estrella.
Pero esa metalicidad del Sol no sólo devela cuál es la historia de una estrella, sirve para mediar además para calibrar no sólo la edad, las temperaturas y otras propiedades.
Anteriormente se creía que la metalicidad del Sol era del 1,8 por ciento, lo que hacía pensar que sabían no solo el tamaño de la vara de medir solar, sino cómo funcionaba el Sol. Sin embargo, a lo largo del siglo, las mediciones espectroscópicas de la luz solar, son cada vez más precisas, indicando que la metalicidad es mucho menor, de solo un 1,3 por ciento. Aunque, la heliosismología, el método alternativo, pero indirecto, de inferir la metalicidad, basado en la forma en que las ondas sonoras de diferentes frecuencias se propagan a través del Sol, seguía dando el 1,8 por ciento.
La realidad es que si la teoría del Sol de los astrónomos, el llamado “modelo solar estándar”, es correcto, la espectroscopía y la heliosismología deberían coincidir; por lo que los astrónomos deberían poder valerse de las mediciones heliosismológicas para calcular la profundidad de una importante capa fronteriza del Sol, en la que la radiación cede paso a la convección. Y esa profundidad guarda relación, según las ecuaciones, con la opacidad del Sol, y su metalicidad.
Las estrellas de baja metalicidad queman el combustible más deprisa que las que la tienen alta, así que el Sol moriría unos mil millones de años antes de lo que creíamos.
Esther R.